sábado, 22 de noviembre de 2008

El viejo roble

Viejo era el corazón del viejo roble, tal era su grandeza que sus bastas ramas podían cobijar a los más pequeños visitantes del bosque. Su gran fragancia embriagadora abastaba hasta la madriguera más profunda de la húmeda tierra. ¡Que inmenso regalo de los dioses ese amado árbol! El pulmón del mundo y el corazón de todos.

Podridas las raíces de la vida, cuando la aparición del hombre llegó. Desolando todo el alrededor provocando caos y destrucción. Miserable espíritu corrompido del hombre que desprecia la belleza, riéndose, burlándose de su simpleza.

Respetar la belleza y adorarla como tal, pero no oséis derrumbarla porque vuestro espíritu lo sufrirá.